martes, 30 de octubre de 2012

El juicio a los delfines de Candás.

Aprovechando estos días en los que no paramos de ver por todas partes la palabra "Halloween" voy a narrar una curiosa historia que parece salida del terreno legendario.

Candás, perteneciente al concejo de Carreño, es una pequeña villa costera del centro de Asturias que si bien hoy en día vive principalmente del turismo, en los tiempos en los que transcurre esta historia, es decir el s. XVII, la pesca era lo más relevante en el sector económico.

Puerto de Candás hoy en día.
Nos situamos pues, en el primer cuarto del "siglo de oro", en esta villa asturiana, donde los pescadores llevaban algún tiempo sufriendo el ataque de calderones (delfines grises) los cuales rompían sus redes y se comían la pesca, como hemos dicho antes, principal sustento del lugar.
Calderones.

Decidieron estos acudir a las autoridades de la época, es decir, la Iglesia, concretamente al párroco de Candás, exigiendo justicia contra los delfines.
Este último pidió ayuda al obispo de Oviedo, Martín Alonso, que envió a la ciudad una comisión de estudiosos de la universidad con la intención de ayudar a los "pobres pescadores". Componían esta comisión un abogado defensor, Don Juan García Arias de Viñuela; y un fiscal, Don Martín Vázquez.

Una vez en el pueblo, se embarcan en un navío junto a un clérigo de la Inquisición  varios testigos y el notario de la villa, Juan Valdés.
Emblema de la Inquisición.

Una vez en alta mar, siendo 8 de Septiembre de 1624, se celebra un "juicio" en el que las partes expondrán sus razones a favor y en contra de los calderones, ganando obviamente los pescadores, y finalizando este esperpéntico acontecimiento con la condena de los delfines por parte del cura que viaja a bordo del navío.

Como hecho curiosos hay que resaltar que tras el "juicio" celebrado, los ataques de los calderones cesaron, pudiendo seguir los pescadores realizando sus labores sin sobresaltos.

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